Soledad

Las celebraciones navideñas son una complicación. Y no me refiero a las tareas domésticas en los almuerzos o las cenas familiares. Ni siquiera aludo a las relaciones difíciles con el cuñado de turno. Hablo de todas las sombras que convocan las iluminaciones de Navidad, el recuerdo de lo perdido, las cocinas o las sillas vacías, aunque estén ocupadas por otra gente. Sucede también en las almohadas. Me desperté esta mañana con el recuerdo de mi padre

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