En la muerte de Marcos Ana

Corazones como el suyo ayudan a resistir como si la victoria fuese posible.

La memoria es una casa sin distancias precisas situada entre la vida y la muerte. Si consideramos el vértigo de la realidad, quizá se trata más bien de un refugio con ventanas abiertas para mirar el mundo y ver cómo sucede el tiempo entre las manos quebradizas del presente. En los sótanos de la memoria habitan los entusiasmos, las heridas, las obsesiones y las causas últimas del miedo. En el salón de estar se conforma eso que llamamos nuestra identidad.

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