La ley como contrapoder
Confieso que en mi perpetuo diálogo generacional con el viejo Albert Camus, al releer una vez más el discurso de diciembre de 1957, me he detenido con incomodidad en esta frase: «Por eso, los verdaderos artistas no desdeñan nada; se obligan a comprender en vez de juzgar. Y si han de tomar partido en este mundo, sólo puede ser por una sociedad en la que, según la gran frase de Nietzsche, no ha de reinar el juez sino el creador, sea trabajador o intelectual». Sentirse incómodo no es negar, sino detenerse a pensar.
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