Explico algunas cosas
Me gusta pensar en la poesía como una vocación que no rompe su compromiso con la verdad. Es una apuesta meditada que tiene que ver con mi memoria más inocente. Yo nací en Granada, una ciudad muy de provincias, abrazada por la vega al final de los años 50. Soy el hermano mayor de una familia numerosa. Seis hijos, todos varones, criados en las alamedas del río Genil y en la vida callejera de un barrio sin coches en el que todo el mundo se conocía. Ni que decir tiene que los niños traviesos son el mayor peligro de las sillas, las butacas, los cojines y las mesas. Una resignación para mi madre. El estribillo de mi infancia se debe a la voz materna, y mezcla la disculpa con la amenaza: “Es que son seis, todos varones”.
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