La palabra del mudo

 

Me levanto de la cama para ir al cuarto de baño sin encender la luz. La oscuridad de la noche es un reino absoluto, pero avanzo sin miedo a tropezar con los muebles. Conozco bien los caminos de la ceguera, sorteo con facilidad los pequeños accidentes en el suelo de la habitación. No quiero despertarme del todo, prefiero caminar a tientas para volver pronto a las sábanas y al sueño. Piso un pantalón, rozo con el pie el silencio de un zapato, adelanto la mano para comprobar la distancia de la pared. Reconstruyo en mi cabeza la habitación, la cama, la cómoda, la butaca, el tabique que debo doblar. Localizo con los dedos el picaporte con una prudencia que es maquinal, un cuidado sin prevenciones.

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