Carne de cañón
En un soneto de su libro Apolo titulado Los fusilamientos de la Moncloa, lectura poética de las ejecuciones que Goya pintó en su famoso cuadro, Manuel Machado observa cómo cae «la eterna carne de cañón al suelo». En todo conflicto aparece en escena de una manera o de otra, víctima o cómplice hambrienta de los verdugos, la eterna carne de cañón. El pensamiento democrático no debería olvidar que la injusticia social y el desamparo provocan que los discursos totalitarios arraiguen entre los seres ofendidos.
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