Ana Obregón, presidenta
Ana Obregón sería una buena candidata para presidir la Comunidad de Madrid. Un rostro hermoso, delicado, tierno, capaz de decir y hacer con apariencia inocente todo lo que le viene en gana. Tiene el arte de conseguir el efecto sentimental necesario para que la gente olvide el mundo que habita y para identificar la bondad o la maldad con los desahogos de un sermón evangelista. En las tradiciones duras del sermón católico, con tantos años de historia española, el populismo original de la fe evangélica convierte la realidad en una revista del corazón y añade gotas latinas a las inquietudes sobre el futuro. Lo que se cultivó en Hispanoamérica para combatir la teología de la liberación, puede utilizarse ahora en Europa para que las grandes fortunas se olviden de la justicia social. Hacer despacho y telenovela con las últimas voluntades de un hijo se parece mucho al impudor del neoliberalismo que transforma el dolor en un cuento de hadas madrinas.
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