Los sindicatos hacen Estado – diario Público
La realidad es un ámbito flexible, pero terco. Los que necesitan mentir para imponer sus leyes pueden permitirse el lujo de negar la realidad. Pero los que pretenden ofrecer respuestas a las exigencias de la vida, por muy soñadores que sean, conviene que piensen con los pies en la tierra. El movimiento sindical español, en una situación social, política y económica muy difícil, está dando un ejemplo de realidad. Es el único ámbito institucional significativo que se empeña todavía en hacer Estado, soportando con prudencia y firmeza un momento muy difícil.
Seguir leyendo en diario Público – 2 mayo 2010
De vez en cuando, uno se choca con gente como Luis Garcia Montero y se siente gratificado por lo que dice, cómo lo dice y cuando lo dice. Entre tanto tertuliano de mediopelo y seudointelectuales «modernos», alguien habla sin bilis y con inteligencia.
Yo, que soy sindicalista de CCOO, agradezco que haya gente como tú que dice cosas politicamente incorrectas como las que dices. Te sigo y te leo. Gracias.
Son de agradecer los comentarios de Luís García Montero, totalmente de acuerdo con su análisis. Vemos con bochorno como el PP y todos los medios de comunicacióin a su servicio tanto los oficiales como los encubiertos están jaleando a los sindicatos para que convoquen una Huelga general, incluso seudo analistas que se autoproclaman progresistas los tachan de «vendidos», «acobardados»,etc.. Y la clase obrera está dando. una lección de civismo.
Vemos como el sinvergúenza de Díaz Ferran, quien retuvo la Seguridad Social de la nómina de sus empleados, luego no la pagó al Estado, ¡Eso es un Robo!, Vemos los empresarios endeudas por sus despilfarros, y aun reclaman ayuda al Estado, con la amenaza de cerrar sus empresas y echar la gente a la calle- Los bancos siguen anunciando beneficios, , y todos tan campantes culpando de la crisis al Gobierno.
la crisis se inició en Estados Unidos, y fue una cadena que se extendió al mundo entero, es la crisis del sistema capitalista mundial, y en vez de reorganizar el sistema con normas y controles, vemos con asombro que por el contrario se está salvando ese sistema que ha demostrado su bancarrota , con la injusticia de hacerla pagar justamente a los que menos tienen la culpa: a los trabajadores.
Me parece un grave error del Gobierno, no parar los pìes a tantas exigencias, cada concesión que se les hace, da pie a que reclamen más, su deber es defender a los que le votaron, no a sus explotadores, además cuando están demostrando una falta total de civismo y honradez.
Rosalía SENDER BEGUÉ
Puede comprenderse perfectamente por qué este artículo sólo podría escribirlo un poeta o novelista: cualquier parecido con la realidad de lo que cuenta es pura coincidencia.
Los sindicatos “soportan campañas de desprestigio muy fuertes” no porque estén practicando “las utopías de la izquierda”, sino porque la mayor parte de los trabajadores los ven como un mero transmisor de la voz de su amo, entidades alejadas de cualquier interés por los derechos de los trabajadores y sí por los derechos y políticas de aquél que les da de comer.
La gente aborrece (aborrecemos) a los sindicatos porque estamos HARTOS de ver cómo se utilizan para apuntalar políticas gubernamentales o destruirlas, en función del signo político imperante (con el PP en el Gobierno el tejido productivo estaría paralizado a base de huelgas. Como es el PSOE quién manda no hay huelgas, ni siquiera parciales, porque importa más el escaño que el sufrimiento y la miseria de los parados.
Aborrecemos a los sindicatos porque estamos hasta las mismísimas narices de ver cómo sus familiares y allegados copan buena parte de las plazas de oposiciones a la Administración, a base de chanchullos, exámenes que se extravían, correcciones opacas y procesos “ad hoc”. (Tengo experiencia de primera mano al respecto e incluso puedo dar nombres y apellidos sobre “enchufados” de ese tipo).
Aborrecemos a los sindicatos porque gracias a esas prevaricaciones ciertos partidos del ámbito parlamentario controlan las Administraciones, sometiéndonos a la tiranía de la ideología impuesta.
Aborrecemos a los sindicatos porque sólo defienden a los trabajadores perezosos y sinvergüenzas, perjudicándonos a aquellos que sí trabajamos y que nos encontramos en franca discriminación hacia esos malos compañeros que escurren en bulto y cobran lo mismo. E incluso conservan el puesto o lo mejoran por dejar los rectos bien limpios.
Aborrecemos a los sindicatos porque les importa más un plutócrata con ínfulas de estrella que el hambre, el paro y la miseria de millones de personas que están en la calle y por las cuales no hacen absolutamente NADA.
Aborrecemos, en fin, a los sindicatos, porque coincide en todas las empresas que el sindicalista es el VAGO, el tipo que usa sus horas sindicales para irse a su casa o para irse de “Mani” (a ser posible contra Esperanza Aguirre), mientras sus compañeros hacen su trabajo y el que le correspondería a él.
Ésa es la verdadera realidad de los sindicatos. Lo sé porque soy trabajador y porque en su día fui delegado sindical de CCOO, y en otros tiempos vinculado a UGT. Chorizos, vagos y maleantes.
Dicho sea también para el autor: cuando usted TRABAJE, opine sobre los sindicatos y los trabajadores. Mientras sea un mantenido que vive gracias a las subvenciones del Gobierno, no nos cuente rollos a los que trabajamos para pagarle la pensión. Que está muy bien eso de ser de izquierdas para que sea otro el que dé el callo y poder dedicarse a filosofar necedades en un periódico afín.
Si me decidí a escribir un artículo de este tipo, no fue por desorientación de poeta, sino porque me alarma la facilidad con la que alguna gente, que incluso se cree de izquierdas, asume las opiniones de la derecha. Oyéndolo a usted me parecía oír a Esperanza Aguirre. Tal vez es un devoto suyo disfrazado de izquierdista, o tal vez sea usted alguien que de buena fe opina así, sin darse cuenta de hasta qué punto habla por boca ajena y le hace el juego a los sectores más reaccionarios de la patronal. Podemos estar más o menos de acuerdo con la política sindical, pero el descrédito generalizado sólo sirve a los que pretenden acabar con el movimiento obrero. Igual ha tenido usted mala suerte con sus conocimientos sindicales. Yo conozco a muchos delegados que trabajan bastante más que en su antiguo puesto (siempre que usted esté dispuesto a admitir que la dedicación sindical es un trabajo). Y, desde luego, me conozco a mí. Opina usted con una información errónea, que vuelve a coincidir con las mentiras extendidas por la extrema derecha. Los artistas e intelectuales no tenemos un sueldo del gobierno socialista. Yo me gano la vida con mi trabajo desde 1981, año por cierto en el que empecé a militar como profesor universitario en CC.OO. Tampoco he cobrado nunca un sueldo del sindicato, ni antes, ni ahora. Los argumentos que descansan en mentiras son propios de intoxicadores o de gente que necesita autoengañarse. La firmeza que usted pide en este momento a los sindicatos es una trampa exigida por la derecha y esperada por el PSOE. Una huelga general sólo serviría para evidenciar la debilidad del movimiento obrero, con dos consecuencias claras: victoria electoral del PP, y camino abierto para que el PSOE negociase con la patronal la reforma del mercado laboral. No se enfurezca usted tanto. A ver si entre todos convertimos la red en un espacio de discusión pública, y no en un vertedero de calumnias propio de la contaminación política tan característica hoy en Madrid o en Valencia. Luis García Montero